Vengo dispuesto a sacar una lanza por los internautas foreros. Bueno, más bien vengo con predisposición a sacarla y clavarla en lo más profundo de sus corazones virtuales. Esta especie de personas –en algunos casos ni se lesle puede llamar así- aprovechan la máquina que le compró sus papás para atrincherarse, crearse sus propias historias e insultar gratuitamente escondido tras un pseudónimo a una persona o personas, que por el motivo que fuere, no casa con sus ideas.
Por lo general, este tipo de internautas –ojo, no todos son así- navegan con el objetivo de causar daño. Critican todo lo criticable y lo que no, con burdos argumentos. El mundo imaginario que crean en torno a su personaje a veces supera con creces su propia realidad y se sienten más cómodos. No tienen que rendir cuentas a nadie, no temen a nada y como mucho puede ser baneados, aunque alguno se merecería algo más. Se sienten libres y fuertes y no son ni una cosa ni la otra. Su personalidad dista mucho de lo que se englobaría dentro de una catalogada como persona normal.
Estos navegantes no tienen ni rumbo ni puerto y vagan por la red en busca del morbo y la zafiedad sin darse cuenta que poco a poco su vida, la real, se va convirtiendo en acarajotante y hastiada a pasos agigantados. Internet ha mejorado la vida en muchos aspectos, pero también la ha empeorado en muchos otros. Chats, foros, blogs o lo que yo llamo basura cibernética ha supuesto un paso atrás en la relación interpersonal. Creas la vida que te gustaría tener y que jamás tendrás, porque para ello cada uno debe empezar por quererse a si mismo.
No me considero ni más, ni menos que los foreros, pero sí diferente y eso me vale más que cualquier otra cosa. Esta gentuza que critica por Internet temas como la homosexualidad porque un hombre ama a otro de su condición, no ha descubierto aún que en hoy en día sólo es maricón quien da por el culo sin dar la cara, Juan Carlos Aragón dixit. Y que conste que mi verdad va firmada con mi nombre y mis apellidos.
Fdo: Antonio Bendala.