Acudir al campo del Atlético Calañas es como hacerlo al de cualquier equipo de los años 70. Lo digo con todos los respetos para un club modesto pero en el que todos los que aman este noble deporte en la localidad andevaleña arriman el hombro para que haya fútbol año tras año.
Pero mi amigo Cristóbal tiene razón. Es indigno que un pueblo con la población que tiene Calañas (unos 2.500 habitantes sin contar Sotiel, La Zarza y Perrunal) sólo disponga de ese 'campo' de fútbol. Porque de no ser por las porterías, aquello podría ser de todo menos un campo de fútbol. De hecho, me recuerda mucho a la primera experiencia que tuve con el fútbol provincial. Fue en el año 2000 y mi jefa Fali me mandó a cubrir un partido entre La Orden y el Cruceño. Pero ojo, que nada tiene que ver el estado de los Campos Federativos en la actualidad que hace 10 años. Su superficie era de un albero durísimo en el que caerse era malherirse. Lo cierto es que aquella experiencia -hace once años ya- me dejó marcado. Acostumbrado a ver fútbol en televisión, me costaba comprender que lo que los equipos intentaban hacer era lo mismo que yo veía hacer a Butragueño o Hugo Sánchez.
Y aunque aquello fue duro (ojo, no me arrepiento porque me hizo enamorarme del deporte modesto) lo de Calañas es peor. Y lo es, no por culpa del Calañas ni del Punta Umbría -rival que acudió al Municipal-, sino de un campo de fútbol impropio para una categoría como la Regional Preferente. Sólo cinco equipos de la Provincia que militan en dicha categoría aún juegan sobre albero (Mazagón, Villablanca, Cruceño, Valdelamusa y Calañas). Y así es imposible jugar. Pero lo malo no es eso. El que paga por ver un partido de fútbol de estas categorías, lo hace porque conoce a algún jugador en el equipo, pero también para ver algo de fútbol. Y así es imposible. Y no es porque el entrenador decida poner una táctica u otra, sino porque es materialmente imposible. Con balones Mikasa que casi ni se utilizan, con un marcador casi caído, y con un albero tan duro que el futbolista no sabe por dónde va a salir el bote es, como he dicho anteriormente, imposible jugar.
Pero los equipos lo hacen porque disfrutan de este deporte. Pero es inadmisible que esto se siga permitiendo por el bien de la subsistencia de este tipo de clubes modesto. Y que quede claro que tiran para adelante porque hay algunos 'locos' que quieren que así sea. Que desde por la mañana pintan las rayas del campo, lo riegan, recogen la ropa para que esté lista e incluso venden papeletas para que el equipo llegue al final de la temporada sin ningún problema.
Por eso, además de hacerle un guiño a un equipo que me cae por bien por la simpatía que han mostrado hacia mi, quiero con este post denunciar lo que a veces ocurre -aunque por suerte cada vez menos- en este fútbol modesto de nuestra Huelva. Y que conste, que las fotos que aparecen en la entrada de mi blog son de hoy, sólo que las he puesto en blanco y negro para que se parezcan alguna que pudo hacerse en los años 70. Quizás en alguna foto antigua todo sea similar y sólo cambien los protagonistas de la imagen. Y eso, desgraciadamente, es muy triste.