“Tenemos que ir partido a partido. No hay rival pequeño. Los partidos duran 90 minutos”. Éstas son algunas de las frases más populares y tópicas del mundo del balompié. Por suerte para los amantes del baloncesto, un jugador de basket tenía otra forma de ver los partidos y sus profesionales se mostraban más locuaces.
Está claro que hace años, cuando vivir del baloncesto era imposible, los que lo practicaban, cursaban estudios académicos que en un futuro próximo, cuando la carrera deportiva llega a su fin, podría servirles de salida profesional.
El baloncesto ha sido siempre un deporte de pobres, donde sólo algunos privilegiados tenían la suficiente capacidad para conseguir contratos millonarios –que no multimillonsarios- para vivir dignamente.
En cambio, el fútbol siempre ha sido un deporte que ha provocado que los que no tenían nada, en un abrir y cerrar de ojos se convertían en los reyes del mambo. De ahí, que la incultura formara parte de esa ‘elite’ de la sociedad.
Pero en la actualidad, ese casi analfabetismo se está trasladando al deporte de la canasta. Algunos jugadores que despuntan en categorías inferiores y sólo llegan a jugar en LEB se creen por encima del bien y del mal. Adoptan posturas que a la larga le supondrán un problema, porque la carrera del deportista es efímera y si no administran correctamente tus bienes, es muy posible que el sufrimiento se haga cargo de tu vida en un futuro próximo.
El ‘partido a partido’ se está convirtiendo en la actualidad en una frase demasiado usada en el baloncesto. Atrás quedaron los tiempos, en los que los jugadores simultaneaban su carrera profesional con estudios universitarios. Ahora prodiga el ejemplo del dinero fácil. Menos mal que todo en la vida se acaba.