sábado, 15 de enero de 2011

Písame mucho


Tengo un amigo que quiere ser entrenador de baloncesto. Le he dicho que haga lo que quiera, pero que yo prefiero tener amigos. ¿Existe alguna profesión más ingrata e insolidaria que la de entrenador sea cual sea la disciplina deportiva? Si, la de periodista, pero de eso hablaré otro día.

Tres cursos de entrenador repartidos en tres niveles y más de 2.000 euros gastados para intentar fraguarte un hueco en el basket. Si tienes suerte y un buen agente, podrás entrenar en Primera Nacional o en EBA. Y eso si te conviertes en un cabrón dispuesto a hacer cualquier cosa por llegar a los más alto (alguna categoría LEB). He leído en más de una ocasión artículos concernientes a la soledad del entrenador. Es lógico. Ellos se crean su propia burbuja metafórica que los separa del resto de los mortales. No he conocido a ningún entrenador, miento, a muy pocos entrenadores, que reconozcan que lo que había salido mal era por sus propios errores. El egocentrismo latente en la sociedad que vivimos ha convertido ciertas profesiones en coto privado de caza.

Casi ningún técnico nacional ha aparecido como novel en la escena baloncestística. ¿A nadie le suenan los nombres de Javier Imbroda, Trifon Poch, Salva Maldonado, Luis Casimiro, Manolo Hussein o Ricard Casas, Óscar Quintana, Moncho Fernández, Paco García, Edu Torres o Paco Olmos? ¿No hay savia nueva o, por qué no se apuesta por ella? Supongo que más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer.

De los aproximadamente 160 candidatos que cada año se presentan al curso de entrenadores de nivel nacional, ¿cuántos acaban entrenando por encima de la EBA? 0, 2, 6. Seguro que no más. No quiero obviar en este artículo, el papel del técnico escalador. (Perfil que se adapta al 80% de los técnicos del baloncesto nacional). El entrenador escalador es ése que cuando se cruza con otro del gremio lo saluda efusivamente como si lo conociera de toda la vida y luego habla pestes de él. No digo, que en un porcentaje alto de los casos, esas críticas sean fundamentadas, pero queda demostrado una vez más, que el camino más corto para llegar a la cima no es cosechando méritos, sino vertiendo mierda sobre tu oponente.

Así que lo tengo claro. Cursa el nivel técnico nacional y si al final no logras encontrar un buen equipo, siempre tendrás nuevos amigos. O no