jueves, 13 de enero de 2011
El pájaro verde de la calle Esparteros
Ronda casi los 40 años y siempre ha exhibido un celo especial por el deporte de la canasta. Ha sido y es parte importante de su vida. No concibe la mundana realidad si no es con un poco de básket. I love this game que diría él.
Para mí, siempre será uno de mis mentores. Una persona no excesivamente sensata –espero que me perdone-, al menos en apariencia, pero con una calidad humana fuera de toda duda. Tiene un defecto, que es que no se procura todo lo que se merece.
Cargado de bártulos pasa todo el día. Por la mañana en el trabajo, que le apasiona pero menos, y por la tarde a entrenar, a disfrutar dos horas con su deporte. Quiere ser parte del baloncesto en todos los sentidos por eso siempre está cuando se le necesita.
Aún recuerdo esas mañanas cuando lo veía que por Los Palitos echaba a correr con ritmo pausado y su entalladita camiseta blanca con el número 33 de los Celtics. Porque que a nadie se le olvide que él es Bird, el pájaro verde de la calle Esparteros. Y no deja de ser paradójico que viva en el número 23 (el mismo que lució Michael Jordan en su camiseta de los Bulls).
Fue y es un transgresor a su manera y todavía lo sigue siendo. Siempre se ha mostrado políticamente incorrecto, algo que valoro. No esconde sus sentimientos y dice todo lo que piensa a la cara, sin pudor ni temor a las consecuencias. Eso le ha causado más de un problema, pero no le ha importado porque sabe que él es auténtico.
Cuando Ramón Trecet presentaba Cerca de las Estrellas en La 2, todo el mundo- los que sabían de baloncesto y los que no- apoyaba a Los Angeles Lakers de Magic Johnson, Karrem Abdul Jabbar y James Worthy. El llamado Showtime. Él no. Los Celtics del héroe de Indiana, de los míticos verdes, eran y son su vida y su religión. El conjunto de Boston, sin Bird pero con Garnett, volvió a coronarse como mejor equipo del mundo. Y suman 17 anillos. Y yo, hincha confeso de los Spurs, me alegré de aquel gran hombre. El pájaro verde de la calle Esparteros.