sábado, 12 de febrero de 2011

Caracteres hereditarios

Es clavadito a su padre aunque él lo niegue. Tiene el mismo carácter, el mismo afán por el perfeccionismo y hasta el mismo pelo diría yo. Dentro de unos años, no tantos como parece, Damián Ortiz será el nuevo Boby. Porque si ya discuten, no quiero imaginar lo que ocurrirá dentro de una década. Espero que por aquel entonces no haya baloncesto en Huelva para así no tener la obligación de pasar un mal rato.

Son los genes. Los caracteres hereditarios que Damián intenta ocultar pero que la perturbadora alopecia se encarga de recordar día tras día. No sabe mirar el lado positivo de la vida. Él cree que ser como su padre es casi un insulto, una especie de aberración, pero se equivoca. ¿Alguien de los medios de comunicación odia a Boby? Podrá caer mejor o peor. Sabremos que la mitad de las veces estará equivocado y no se lo diremos, pero no lo odiaremos. Lo mismo podría pasar con Damián si el se quisiera un poco más y no renegara de las que son sus raíces. ¿O acaso estaría dispuesto a olvidarte del Anystar? ¿No verdad?

Espero que piense que todo lo que es –y creedme es bueno cuando quiere- se lo debe a su padre. Por él ha llegado donde ha llegado aunque sabe que nunca nadie le ha regalado nada. Ha trabajado con un sueldo ínfimo, ponía su coche a disposición de la empresa y la mitad de las veces hacía cosas que no le correspondían. ¿De verdad que no te suena, Damián? Está viviendo la vida de su padre sólo que él lo está haciendo siendo un poco más joven que su progenitor. Desempeña el mismo trabajo, se comporta igual y tiene ese puntito de perfeccionismo y terquedad que hacen inequívoco que estamos ante el primogénito de Manuel Ortíz Trixac.

Deja de renegar de su sangre y gasta energías en lo que realmente importa. No sé cómo terminar este artículo. He intentado explicarle a la gente y a ti Damián, que hagas lo que hagas y pienses como pienses, acabarás siendo como Boby. Eso sí, él fue un jugador importante del baloncesto en Huelva.