Pues eso me pasa hoy. Intento buscar el lado positivo de las cosas pero no las encuentro. Estamos en una sociedad tan egoísta (yo el primero) que me pasaría todo el día tumbado en el sofá con tal de no tener que hacer nada de lo que siempre me ha gustado.
Miro el reloj cada cinco minutos y por momentos me da la sensación de que se ha parado. Intento pensar en cosas positivas, que me hayan hecho reír en los últimos días, pero me cuesta reírme. No es un buen día, aunque por suerte para mí, pasará en pocas horas.
Quiero llegar a casa, desconectar el móvil y sentarme en el sofá a jugar con mi hija. Es lo único que me apetece. Pero aún me restan varias horas de trabajo. Voy a dar lo máximo, como siempre, pero hay días en los que sabes que por mucho que te esfuerces no todo va a salir como esperas. En cambio hay otros días en los que casi sin querer hago un trabajo brillante (está mal que yo lo diga pero a veces ocurre).
Ya me he quedado sin uñas. Da igual, no me apetece ni comérmelas. Sólo quiero que el reloj siga caminando hacia delante para llegar a mi casa y empezar desde cero.