El Naming se ha convertido en la actualidad en un negocio en el fútbol. Esta política comercial que consiste en el alquiler del nombre de una determinada empresa, se releja en el deporte. El cambio de título de un estadio puede suponer una ingente cantidad de dinero para un club modesto, de ahí el desarrollo que ha sufrido esta modalidad comercial.
Ono Estadi, Alianz Arena o Reyno de Navarra son algunos de los ejemplos más claros. Pero el fenómeno naming lleva arraigado en el deporte de la canasta bastantes años, pero nunca tuvo la repercusión suficiente como la que ahora recibe el ‘soccer’.
Joventut Schewppes, Joventut Freixenet, Joventut Sony, Joventut Fichet, Joventut Massana, Ron Negrita Joventut, Montigalà Joventut, 7Up Joventut, Festina Jovetut, y Pinturas Bruger Joventut han sido los nombres utilizados por el actual DKV en 30 años de historia. Es el más claro ejemplo.
Que conste, que este cambio no corresponde al club, sino al primer equipo del mismo, que debido a su posible tirón comercial, decide vender su nombre. El naming tampoco es exclusivo de los grandes equipos de ACB, ya que desde las categorías más ínfimas se pone en venta dicho nombre para sacar un beneficio importante. Curiosamente, en dichas categorías, el tema naming reporta unos emolumentos tan destacados que puede suponer casi el 50% del presupuesto.
Ahora el fútbol se sube al carro de esta moda en busca de nuevas aperturas comerciales que sirvan para encarecer todavía más la vida en torno a los futbolistas. El ‘soccer’ se ha convertido en una fábrica de sacar beneficios por publicada a la que el baloncesto no puede llegar ni por asomo.
Ahora, los directores de marketing de los grandes equipos de fútbol se apuntarán el tanto por el descubrimiento de esta nueva forma de producir ‘dinero fácil’ pero que a nadie se le olvide que el efecto naming lleva presente en el deporte muchos años. Sólo había que mirar un poquito.