miércoles, 9 de febrero de 2011

Lorenzo Barranco


Hay veces que uno se sienta frente al ordenador y no sabe qué escribir. Hoy es uno de esos días. Después de un descanso largo -pero merecido- reincorporarse a la dinámica de trabajo cuesta un poco más. Pero hoy he hecho feliz a un hombre del que ya he hablado en este blog y mi día ha merecido la pena. Él es Lorenzo Barranco y vive en la residencia de ancianos de Calañas.

En mi post Historia de un abuelo hablé de él y de mi experiencia cuando fui a entrevistarlo. Pues bien, hoy ha salido en el periódico donde trabajo su historia, contada como ya hice en el blog. De hecho, me han contado que cuando lo ha visto se ha emocionado un poco. Mi amigo Cristóbal, presidente del Calañas, le llevó esta tarde el periódico para que se viera. Me cuenta que lo recogió y que se fue a una de las salas de estar de la residencia para verlo tranquilamente. El hecho de que un hombre, completamente desconocido para casi todo el mundo, haya tenido su momento de gloria con una página completa en el periódico, es algo que no está pagado.

Como tampoco está pagado el cariño que los lectores de Odiel han mostrado a mi historia en la web. Desde que conocí a Lorenzo Barranco y conté su historia en el blog he conseguido cosas que jamás pensaba que podía hacer. Porque a dos grandes amigas he visto cómo se le saltaban las lágrimas mientras leían algo que salía de mi puño y letra. Y sólo los que viven de la palabra saben lo complicado que es provocar ciertas emociones en las personas. Por eso, el conseguirlo hace que hoy me vaya a la cama no con las satisfacción del trabajo bien hecho, sino con la sensación de que a 50 kilómetros de mi casa, es posible que Lorenzo Barranco duerma abrazado al periódico siendo un poco más feliz que ayer.

Para mí, un bisoño en este tipo de historias, es todo un orgullo el hecho de haberle dado un poco más de vida a un gran hombre al que recordaré siempre. Su sencillez, su amabilidad, su claridad a la hora de expresarse me cautivaron y cuando no esté -espero que dentro de muchos años- una parte de él siempre será recordada porque me pareció de justicia que así fuera.

Ojalá, dentro de 80 años, en alguna hemeroteca de Huelva, algún joven estudiante de periodismo encuentre la página dedicada a Lorenzo Barranco. Así, de algún modo, siempre estará vivo.